No pensé en ningún momento en compartir la imagen del niño sirio en la playa.
Mi actividad en las redes no pasa por contribuir a alimentar el morbo…entre otras cosas.
Mucho menos en olvidar, cuando la portada de todos los periódicos pase a ser otra tan pronto.
La foto ha dado la vuelta al mundo, como un virus, la han versionado en acuarela, con una cunita, arropado por las olas…
Buscando la lágrima fácil, la compasión, la pena.
Y lo han conseguido.
Ha dado la vuelta al mundo, pero no da la vuelta a este mundo.
Han publicado su nombre, han analizado, por la suela de las botas cuánto tiempo hacía que aprendió a andar, se ha compartido como imagen de la barbarie.
Pero esta guerra de la que huían sus padres y tantos otros niños, sin cara y sin nombre, que perecieron, no ha empezado el día que se publicó su foto.
Sólo era uno de tantísimos. Un hijo de un emigrante buscador de refugio, alguien que corría en busca de una mejor vida. Huyendo de una guerra sin sentido…como todas las guerras.
Y tenemos en debate si los acogemos o no, o a cuánto porcentaje de ellos, o si por su cultura deberíamos dejar que nos invadan.
Ese es nuestro debate a la vera de una caña.
O maldecir a los que luchan en aquellas tierras.
A la vera de un café.
Todos somos responsables.
No hacer nada en contra, es estar a favor, no hay otra, no existe la indiferencia en esto.
Y compartir una foto no es hacer nada…es seguir la moda, la tendencia los hashtags…fácil y sencillo y para toda la familia…
Mañana es la foto de un parricida, pasado la de un chaval disparando en un colegio. Al otro, unas verjas de cuchillas, con personas hechas cachos, delimitando una frontera.
Las fronteras.
No puedo entenderlo.
Las fronteras entre los países, entre personas.
Que cada uno mire en su interior y discierna cuál es el tema público y cuál es la auténtica carencia de esta sociedad que conformamos todos…pieza a pieza, niño a niño y hombre a hombre…
No entiendo cómo se atreven algunos a hablar de este tema mientras maltratan a sus hijos, o pierden toda conciencia al buscar la guerra con el de al lado, caiga quien caiga, aunque sea de tu propia sangre. O consienten mientras comparten lo que pasa cerca de ellos o incluso en su propia casa.
Bestias todos. Salvajes.
No me conmueve la foto de un niño, lo que me enrabieta y apena es saber que existen tantos niños cuya imagen o historia trágica es lo único que conmueve a la opinión ajena…y efímeramente además.
Y después el silencio y al tema de rabiosa actualidad de turno.
Salvajes todos.Bestias.
No quiero más morbo, no juego al de este tipo.
Ni de cadáveres de niños, ni de animales maltratados, ni de insultos gratuitos, ni de polémicas que me aburren.
Ni de padres que usan a sus pequeños para hacer daño . Sin importarles cuánto es el daño que les hacen a aquellos que utilizan…Con una amoladora, gasolina o con palabras de odio.
Miren en la casa de al lado…o peor aún, en la suya propia…la bestia somos todos.
Salvajes.
El odio está dentro de nosotros.
Discutimos a gritos sólo por querer llevar razón. Insultamos con odio, procuramos ofender al máximo, que nadie nos quede por encima, que el otro no se salga con la suya, denunciamos, que pa huevos los míos. Envidiamos con rencor.
Opinamos de lo que desconocemos. Juzgamos ignorando. Mentimos.
Que me meto hasta con dios.
Porque me da la gana. Porque esa se cree más que yo. (Como si yo pudiese saber lo que ella cree, sin preguntarle)
Que soy tan desgraciado, o mi vida es tan insulsa que, para no pensar en ella, y en lugar de mejorarla me meto con la de otro que parece feliz y así me entretengo, pero no disfruto, quiero más…
Que el odio está dentro de nosotros y es ahí donde hace daño, que no nos engañemos.
Tu odio al que come es a ti. Sí, a ti…
En la vida ya hay bastantes batallas que librar sin escogerlas, como para voluntariamente entrar en guerras.
Estar en la guerra…
Atacando, defendiéndose, de espectador…
O estar en la playa de la paz…
LOLA