Me he parado a pensar, y no pocas veces, como empecé con todo esto.
No he encontrado una razón exacta ni nada que me convenza, esa es la verdad.
Quizás debería escribirlo en forma de capítulos que pudiese ordenar y armar el conjunto de un libro.
O quizás no…
Quizás nada tenga explicación…o quizás todo cobra sentido.
No es lo que más me importa ahora.
Conocí el Coaching hace muchos años cuando asistí a un curso para emprendedores que duró varios meses…
Calla, espera, ¿entonces?…
El Emprendimiento me alcanzó antes que el Coaching, ahora que lo pienso…
Vaya, vaya.
Decía que, en aquel curso, decidí emprender a pesar de tener el trabajo perfecto (para los demás, claro) y de estar saliente de un divorcio nada amistoso, para por fin, y de una maldita vez, yo, poder ser yo.
Me esperaban tiempos difíciles y duros, de mucho esfuerzo, era consciente de eso.
Así empezó mi historia Emprendiendo con el Coaching, o entrenando con los emprendedores, vaya usted a saber…
El Coaching era mi vocación, el Emprendimiento mi conducta.
El Coaching mi profesión, el Emprendimiento, mi camino.
Estas cuestiones, tan aparentemente profesionales, obraron en mi interior brutales cambios.
Entretanto mi alma, desgarrada por mi pequeña “discapacitada” y por poder mejorar nuestra situación y luchar con su “enfermedad”, estaba derrumbada.
Sí, entrecomillo esas palabras, por mí y por el resto del mundo, porque me avergüenzo…
No lo asumí, nunca lo acepté, no me conformé, y me peleaba violentamente conmigo misma pero la realidad era la que era: mi hija necesitaba “Educación Especial” porque Ella era diferente, no era normal…y punto.
Estábamos etiquetadas de por vida.
Una etiqueta que no arrastraba Ella, sino que me consumía a mí.
Una larga época de graves sacudidas emocionales, terriblemente duras, mi conflicto interno unido a la urgencia de cubrir nuestras necesidades básicas y de gastar en diagnósticos, terapias y alternativas. Apenas podíamos separarnos, y trabajé en todo lo que se me ocurría que no me quitara de su tiempo.
Y aprendí más que en la escuela.
Conforme mi pequeña iba creciendo, fui dándome cuenta que todos eran más y más excluyentes con Ella, los niños instruidos por adultos.
Que la Educación limitaba a mi pequeña, y que también nos limitaba a los que la rodeábamos.
Que el Sistema no funcionaba, y que yo colaboraba con él si no luchaba en su contra.
Y soñé que podía hacer algo.
Y empecé a estudiar, sobre el Aprendizaje Cooperativo , sobre Teorías de Inteligencias Múltiples, sobre Aprender por Proyectos, sobre Educación Respetuosa, sobre la ineficacia de los libros de texto, de la memorización impuesta y de todo eso que no servía para aprender porque no servía para enseñar, investigué sobre nuevos modelos y nuevos métodos…
Y, que de ser todo distinto, mi pequeña habría tenido una oportunidad, un sitio, en un mundo de, no iguales, sino de únicos…
Y comprendí que Ella era única, porque tenía capacidades distintas
Y que se podía aprender de otra forma, y enseñar de otra manera.
Y lo aprendía en mí misma.
Y supe que quería cambiar el mundo.
Y mientras compartía del Emprendimiento, y participaba con el Coaching , apareció la Educación.
Bueno, espera…
No…
Rectifico, ahora que lo repienso…
Ella nació de mí antes que el Emprendimiento, y antes que el Coaching
¡Qué cosas!
Y me di cuenta que otro mundo era posible, y que había mucha gente luchando por ello…y que les estaba encontrando.
Y que se podía cambiar el mundo cambiando la Educación, y que cambiando la Educación, el espíritu Emprendedor sería alentado desde el principio, sin poner límites a la curiosidad, a la valentía, a la imaginación…
Y que si los niños y jóvenes tenían otra perspectiva, la rueda giraba a favor de las futuras empresas.
Y que las empresas las componían personas.
Y que las personas se emocionan.
Y que esas empresas serían rentables porque las personas conservarían y ampliarían sus valores y no sus precios.
Y que todas esas personas una vez fueron niñas.
Y que esto es un Movimiento sin fin…
Y fue, justo entonces, que surgió esta Ola…
LOLA